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Cuando era pequeña comía judías crudas. Un día salí gateando del ambulatorio de mi barrio huyendo de una vacuna. A los nueve años llené el radiador del comedor de mi escuela de albóndigas. Me encanta doblar la voz de perros por la calle y hablo por los codos, literalmente.

JUDIT CUADROS
 Badalona, Barcelona
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